Kevin Warwick, Primer Humano con Implantes Cibernéticos
El británico Kevin Warwick presume de ser el primer humano con implantes cibernéticos. Asegura que los implantes cerebrales serán como los móviles, "todo el mundo querrá uno". En la planta 24 del edificio del BBVA en Madrid hay un ciborg con miedo a las alturas. Kevin Warwick, ingeniero y profesor de Cibernética en la Universidad de Reading.

Warwick visita Madrid para la presentación del libro “Hay Futuro. Visiones para un mundo mejor”
en el que aborda, junto a otros especialistas invitados por la
iniciativa Open Mind, algunas de las principales incógnitas sobre el
futuro de los humanos. En su apostolado cibernético, el investigador
británico se ha implantado pequeños dispositivos para aumentar sus
sentidos, se ha conectado con brazos robóticos y ha implantado neuronas
de rata en el mecanismo de robots. Estos curiosos experimentos, que
desde el punto de vista científico son meros juguetes, le sirven para
abordar el futuro del hombre y las máquinas con cierta perspectiva.
Kevin Warwick, Primer Humano con Implantes Cibernéticos
Segmentos de Entrevista a Kevin Warwick
¿Está aburrido de ser un humano?
Sí. Bueno, quiero decir, está bien para un rato, pero es frustrante
que seamos tan limitados como humanos en varios aspectos. Por ejemplo,
tenemos todavía ese problema tremendo de tener que traducir nuestro
pensamiento a señales mecánicas como hablar o teclear para transmitirlas
al ordenador. El interfaz es frustrante.
¿Pita usted en los aeropuertos?
No, ¡jajaja! Viajé con los implantes cuando los tenía y eso no
sucedió. La cantidad de metal es tan pequeña en comparación con un reloj
o los dientes, que no se detecta...
¿Tiene algún implante ahora mismo?
No, ahora soy un poco aburrido. Tengo aquí algunos cables de platino
[se señala el antebrazo izquierdo], pero no hacen nada. Sirvieron para
mi último implante, los médicos los dejaron ahí. Pero es interesante
saber que sigue todo bien y que no me han causado ningún daño once años
después. Ni duele ni el cuerpo lo rechaza.
Su primer implante fue en 1998 y quince años después no
estamos rodeados de ciborgs. ¿Tarda más la ‘revolución ciborg’ de lo que
usted creía?
Bueno, nunca sabes cómo de rápido van a despegar las cosas. Durante
años no ha habido otros experimentos en la misma línea de los míos y
ahora de repente los hay. Puede que estuviera pensando en algo antes de
que nadie lo pensara.
¿La actitud de la sociedad ha cambiado?
Creo que en general se ha aceptado el concepto de mejora del ser
humano. En 2002 esa idea no era aceptable socialmente, y se habló
después sobre el aumento individual a personas ciegas, por ejemplo, pero
ahora podemos hablar de ello. Ha habido un cambio de mentalidad.
Los neurocientíficos con los que yo hablo suelen ser muy
conservadores en este aspecto, creen que el progreso será sobre todo
para mejorar la salud a quienes tiene problemas.
Sin duda el tratamiento terapéutico es lo más inmediato. Coincido con
que hay que extenderlo así al principio, pero el teléfono fue inventado
por Graham Bell parcialmente porque su mujer tenía problemas de
comunicación y se extendió porque tenía un enorme potencial. Un pequeño
avance no linear puede producir que todo el mundo lo tenga. Yo diría que
con los implantes cerebrales puede pasar como con los teléfonos
móviles, que eran enormes y ahora los tiene todo el mundo. Te dirán "¿no
tienes el último implante? ¿Qué es lo que te pasa?".
Usted se conectó con su cerebro a internet y después a su mujer, ¿cuál fue la experiencia más impactante?
¡Jajajaja! Creo que conectarme a mi mujer. Fue muy íntimo, recibir
señales del sistema nervioso de mi mujer fue emocionante. Hubo un
momento de... "¡guau! No me lo puedo creer". Al final era comunicarse
cerebro a cerebro. En el otro experimento yo estaba en Nueva York y una
mano de robot estaba en Inglaterra. Yo la controlaba a distancia y
sentía con qué presión agarraba las cosas. Imagina lo que supone que en
el futuro tu cerebro esté en un sitio y tu cuerpo en otro. esta manera
de extender tu cuerpo en la red resulta muy extraña. Hollywood aún no ha
explotado esto suficientemente, la ciencia ficción se va a convertir en
realidad.
También es uno de los pocos humanos que ha experimentado otros sentidos aparte de los habituales. ¿Se sintió como Batman?
Pues un poco sí. Lo increíble es que los cerebros se adaptan y son
muy buenos averiguando lo que pasa. Lo que yo me puse fue un sentido
ultrasónico, algo así como el sentido de un murciélago. Pero la
sensación no era como el tacto o el dolor, sino que mi cerebro entendía
que algo estaba cerca. Hasta el punto de que el investigador me acercó
algo a la cara súbitamente y me asusté muchísimo. Fue una reacción
automática. La conclusión es que podemos añadir a nuestro cerebro
sentidos a los que ya tenemos y abre muchísimas posibilidades.
Muchas de estas tecnologías están siendo desarrolladas con objetivos militares, ¿debemos asustarnos?
Oh, claro, debemos estar muy atentos. Los militares están haciendo
tecnología cada vez más autónoma que toma sus propias decisiones, y eso
puede parecerse a un ‘mini-Terminator’, si quieres, pero nos corresponde
a nosotros como sociedad advertir de si se va demasiado lejos.
Se empieza a hablar ahora de la posibilidad de que alguien
manipule tus dispositivos a distancia, como tu implante cerebral. ¿Hay
que cambiar las leyes?
Creo que ya nos estamos arriesgando con esto, porque ya ponemos
implantes cerebrales para tratar el Parkinson y las cosas podrían salir
mal. ¿Y qué significa que salgan mal? Si alguien con un implante cambia
de repente de comportamiento y mata a alguien, ¿a quién echamos la
culpa? ¿Fue la persona? No. ¿Fue el cirujano? Tampoco. Alguien moriría y
nadie tendría la culpa. Hemos pasado el punto en que necesitamos
regular estas cosas. Hasta ahora se explicaban las cosas como "error
humano", porque no era posible que una máquina tomara la decisión.
Entonces, ¿necesitamos unas reglas para los robots, como las de Asimov?
Me gustan las reglas de la ficción, pero no son prácticas. La primera
regla de Asimov dice que las máquinas no pueden matar humanos, pero
todas las máquinas militares lo hacen, ésa es su misión.
Pero no son autónomas.
Bueno, tenemos los drones [vehículos no tripulados].
Sí, pero hay alguien que los pilota.
¿Lo hay? (Risas) Bueno, en muchos sistemas el humano tiene capacidad
de veto, en el caso de la guerra fría algunos misiles, como los Peacekeeper,
se disparaban automáticamente. Muchos drones son enviados a misiones
autónomas y hacen lo que estén programados para hacer. El problema es
que el humano cada vez cuenta menos.
¿Hay riesgo de crear dos clases de humanos, aquellos que tienen dinero para ser ciborgs y los que no?
Bueno, yo quiero ser un ciborg, no quiero quedarme como humano. No me
importa lo que pasa con aquellos que no lo quieran ser. Veo las
ventajas de avanzar y no veo que me puedan decir que no lo puedo hacer
porque a ellos no les gusta. Estoy seguro de que hay gente a la que no
le gusta la televisión, pero no me pueden impedir que yo tenga una. La
realidad es que habrá mucha gente que se convertirá en ciborgs y tendrán
capacidades intelectuales muy por encima de los que se queden como
humanos.
Conoce más de Kevin Warwick visitando su sitio web (Inglés).
Biografía (Inglés):
No hay comentarios.
Gracias por tu comentario